Leyendas Asiaticas
1. El cortador de bambú y la princesa de la Luna
Una de las figuras mitológicas mas conocidas de Japón es la Kaguya-hime, sobre la
cual existen numerosas leyendas. Entre ellas podemos observar cómo algunas de
sus leyendas hacen referencia a algunos de los elementos geográficos más
relevantes de la isla, como el monte Fuji. Una de ellas es la siguiente, que
además incorpora referencias al porqué de la neblina que recubre dicho monte
(en realidad un volcán que aún manifiesta cierta actividad).
Según la leyenda hubo una vez una humilde pareja de
ancianos que nunca había podido tener hijos pese a desearlo profundamente. Para
vivir, la pareja dependía de la recolección de bambú y de su uso para
elaborar diferentes artículos. Una noche, el anciano se internó en el bosque
para cortar y recoger bambú, pero de repente se dio cuenta de que una de las
muestras que había cortado brillaba a la luz de la Luna. Tras examinar el
tallo, encontró dentro de él a una pequeña niña, de pocos centímetros de
tamaño.
Dado que su mujer y él nunca habían podido tener hijos,
el hombre la llevó a su hogar, donde la pareja le daría el nombre de Kaguya y
decidiría criarla como a su hija. Además de ello, la rama de la cual había
salido la niña empezó con el tiempo a generar oro y piedras preciosas, haciendo
rica a la familia.
La niña fue creciendo con el paso del tiempo,
convirtiéndose en una hermosa mujer. Su belleza sería tal que empezaría a tener
numerosos pretendientes, pero ella se negó a casarse con ninguno. Las
noticias sobre su belleza llegaron a oídos del emperador, quien intrigado
solicitó que acudiera a su presencia, a lo que Kaguya-hime se negó. Ante la
negativa el emperador acudiría en persona a visitarla, cayendo rápidamente
enamorado de ella y pretendiendo llevarla con él a su castillo, a lo que la
joven también se negaría. A partir de entonces el emperador seguiría manteniendo
la comunicación con Kaguya-hime a través de numerosas cartas.
Un día, la joven habló con su padre adoptivo sobre el
porqué de sus negativas, así como el motivo por el que cada noche pasaba las
horas mirando al cielo: ella provenía de la Luna, su hogar, de la cual era
princesa y a la cual estaba destinada a volver en poco tiempo. Angustiados, los
padres se lo comunicaron al emperador, el cual envió guardias para intentar
evitar que la mujer fuera devuelta a la Luna.
Pese a las medidas de seguridad, una noche de luna llena
una nube descendió desde la Luna con intención de llevársela. Antes de partir
de nuevo a su hogar natal, sin embargo, Kaguya-hime se despidió de sus
padres y dejó atrás una carta de amor para el emperador, junto con una botella
en la que le dejaba al segundo el elixir de la vida eterna. La carta y la
botella le fueron entregados al emperador, quien decidió llevarlos a la montaña
más alta y crear una hoguera. Allí, una vez salió la Luna, el emperador arrojó
la carta y el elixir al fuego, generando un humo que ascendería hacia el lugar
donde había partido su amada. Ese monte es el monte Fuji-yama, y aún hoy en día
podemos ver en su cima el humo procedente de la hoguera del emperador.
2.
El hilo rojo del destino
Una de las leyendas de amor más conocidas del pueblo
nipón es la que nos habla del hilo rojo del destino, el cual parte de nuestro
meñique (el cual es irrigado por la misma arteria que el dedo corazón, algo que
terminó por asociar el primero con la transmisión de sentimientos) para atarse
al de otra persona a la cual estamos destinados a conocer, manteniendo un
profundo vínculo con ellas. Se trata de leyendas que suelen hablan de
amores que están predestinados a ocurrir. Aunque existe más de una leyenda
basada en este concepto, la más famosa es la que sigue.
Dice la leyenda que hace muchos años, un emperador
recibió la noticia de que existía en su reino una poderosa hechicera capaz de
ver el hilo rojo del destino. El emperador la mandó traer ante su presencia,
solicitando que le ayudara a encontrar a la que debía ser su esposa.
La hechicera aceptó y empezó a seguir dicho hilo,
llevando a ambos a un mercado. Allí, la hechicera pararía frente a una
plebeya, una campesina pobre que vendía productos en el mercado con su bebé en
brazos. Luego, la hechicera le dijo al emperador que allí terminaba su hilo.
Sin embargo, y viendo que estaba ante una campesina de gran pobreza, el
emperador pensó que la hechicera se estaba burlando y empujó a la campesina,
haciendo que su bebé cayera y se hiciera una gran herida en la cabeza. Tras
ordenar la ejecución de la hechicera, el emperador volvió al palacio.
Muchos años más tarde y guiado por sus consejeros, el
emperador decidió desposar a la hija de uno de los generales más importantes
del país, si bien no la vería hasta el día de la boda. Ese día, al verle la
cara por primera vez, descubrió que su futura esposa tenía una cicatriz en la
cabeza, producto de una caída cuando era bebé. Evidentemente: tal y como la
hechicera había pronosticado, la mujer que iba a compartir su vida era el bebé
de la campesina.
Esta
es una de las leyendas japonesas que hablan sobre el concepto de la
predestinación, concretamente aplicado al tema del amor. El mito de la media
naranja encuentra en esta historia un reflejo en su versión oriental.
3. Sakura y Yohiro
Otra de las leyendas más conocidas nos explica a partir
de una historia de amor el origen y floración de uno de los árboles más
hermosos y emblemáticos de Japón: el cerezo. La historia es la siguiente.
Dice la leyenda que hace mucho tiempo, en un tiempo de
grandes conflictos bélicos, existía un bosque lleno de hermosos árboles. Todos
ellos tenían copa abundante y florida, y era tal su belleza y el consuelo que
ofrecían que ningún combate tenía lugar en el bosque. Todos menos uno: había un
joven ejemplar que nunca florecía, y al que nadie se acercaba debido a su
aspecto seco y de apariencia decrépita.
Un día un hada, viendo la situación del árbol, se
conmovió y decidió ayudarle: le propuso al árbol lanzarle un hechizo gracias al
cual podría sentir lo mismo que un corazón humano a lo largo de veinte
años, con la esperanza de que la vivencia de la emoción le hiciese
florecer. Además durante dicho periodo podría transformarse en ser humano a
voluntad. Sin embargo, si después de dichos años no lograba recuperarse y
florecer, moriría.
Tras aceptar el hechizo y recibir la capacidad de sentir
y transformarse, el árbol empezó a internarse en el mundo de los hombres. Lo
que encontró fue guerra y muerte, algo que le hizo rehuirlos durante largos
períodos. Fueron pasando los años y el árbol iba perdiendo la esperanza. Sin
embargo, un día en el que se tornó humano, el árbol se encontró en un arroyo a
una bella joven, que le trató con gran amabilidad. Se trataba de Sakura, con
quien tras ayudarla a llevar agua hasta su hogar sustuvo una larga
conversación sobre el estado de la guerra y el mundo.
Al preguntarle la joven su nombre, el árbol consiguió
balbucear Yo hiro (esperanza). Fueron viéndose todos los días, surgiendo una
profunda amistad. Dicha amistad terminaría poco haciéndose más profunda, hasta
llegar a ser amor. Yo hiro decidió contarle a Sakura lo que sentía por ella,
junto con el hecho de que era un árbol a punto de morir. La joven calló.
Cuando faltaba poco para que acabaran los veinte años del
hechizo, Yo hiro se tornó árbol de nuevo. Pero aunque no lo
esperaba, Sakura llegó y le abrazó, contándole que también le quería. En
ello apareció de nuevo el hada, ofreciendo a la joven Sakura dos opciones:
seguir siendo humana, o fundirse con el árbol. Sakura eligió fundirse por
siempre con Yo hiro, algo que dio lugar a las flores del árbol: el cerezo. A
partir de ese momento su amor puede verse durante la floración del cerezo.
4. La leyenda de Yuki Onna
Yuki-Onna es un yokai o espíritu, de forma femenina, que
aparece durante las noches de nieve para alimentarse de la energía vital
de quienes se pierden en su territorio y transformarles en estatuas heladas.
Este ser forma parte de varias leyendas, representando la muerte por
congelación. Entre ellas una de las que más destaca es la que sigue.
Dice la leyenda que un día dos jóvenes leñadores y
carpinteros, Mosaku y Minokichi, volvían a casa del bosque cuando se vieron
inmersos en una tormenta de nieve. Ambos, maestro y alumno
respectivamente, se refugiaron en una cabaña y al poco tiempo se
durmieron.
Sin embargo, en ese momento una ráfaga abrió la puerta
con violencia, entrando junto con ella una mujer vestida blanco que,
acercándose al maestro Mosaku, absorbió su energía vital y lo congeló, algo que
lo mató en el acto. El joven Minokichi estaba paralizado, pero al ver su
juventud Yuki-Onna decidió perdonarle a cambio de que jamás revelara lo
sucedido, en cuyo caso lo mataría. El joven accedió.
Un
año después, Minokichi conoció y posteriormente se casó con una joven de nombre
O-Yuki, con quien tuvo hijos y una relación feliz. Un día, el joven decidió
contarle a su esposa lo que había vivido. En ese momento O-Yuki se transformó,
descubriéndose como Yuki-Onna y dispuesta a matar a Minokichi tras haber rote
este su pacto. Sin embargo en el último momento decidió perdonarle al
considerarlo buen padre, y tras dejar a sus hijos al cuidado de Minokichi
abandonó el hogar para no volver jamás.
5. Shita-kiri Suzume: el gorrión de la lengua cortada
Algunas leyendas japonesas antiguas tienen forma de
fábula que nos muestra el precio de la codicia y la virtud de la bondad y la
mesura. Una de ellas es la leyenda del gorrión de la lengua cortada.
Esta historia nos narra cómo un noble y benevolente
anciano fue al bosque a cortar leña, para encontrarse con un gorrión
herido. El anciano se apiadó del ave, llevando al animal a su casa para
cuidarlo y alimentarlo. La esposa del anciano, una señora codiciosa y
avara, no lo apoyaba, pero eso no le detuvo. Un día en que el anciano tuvo que
volver al bosque, la mujer dejó al ave herida sola, la cual encontró harina de
maíz que terminó por comerse. Al volver esta, viendo que se la había terminado,
se enfadó y le cortó la lengua al gorrión antes de expulsarlo de la casa.
Más tarde, al volver el anciano leñador y enterarse de lo
ocurrido, salió a buscarlo. En el bosque y con la ayuda de algunos
gorriones, el anciano halló la posada de los gorriones, donde fue
bienvenido y pudo saludar al que él había salvado. Al despedirse, los gorriones
le dieron a elegir como regalo de agradecimiento entre dos cestas, una grande y
otra pequeña.
El anciano escogió la pequeña, para descubrir una vez en
casa que ocultaba un tesoro de gran valor. Su esposa, tras saber la historia y
que existía otra cesta, acudió a la posada y exigió el otro cesto para
ella. Se lo dieron con la advertencia de que no la abriera hasta llegar a
su casa. Pese a ello la anciano los desoyó, abriendo el cesto en plena montaña.
Ello provocó que lo que viese en su interior fueran diversos monstruos, algo
que la asustó de tal modo que tropezó y cayó montaña abajo.
Esta es una de las leyendas japonesas que tratan el tema
de la avaricia, algo muy discutido en la cultura popular de muchas sociedades.
Su trasfondo moral se hace evidente, al mostrar un caso de premio obtenido no
mediante el esfuerzo y el trabajo sino mediante la arrogancia.